Cuánto me divierte la risa
de estos cerros
Como la brisa que silba acrósticos
Tengo Esperanza de que la
poesía finalmente florezca en Valparanoia
Los Placeres que hasta
ahora hemos extrañado
Un día se trocarán en
sueños reales
Si hay un Barón que unge
sus manteles con manjares exquisitos
Es el poeta del cerro Lecheros
Dime Larraín si alguna vez
tu padre se asomó a esta ventana
Para ver llegar su dama
blanca con las ropas manchadas de sangre
Rueda Rodelillo rueda con tus poetas afincados en el aire
Rueda cerro arriba hacia
el parnaso porteño
Y si has visto a Rodríguez
cabalgando en las nubes cuéntamelo
amigo
Que este Molino sabe guardar
secretos
Yo sé que en Ramaditas
vive el primer amor
Y que Rocuant no sería tal
sin el predicador itinerante que destiló evangelio en sus calles ciegas
Un santo varón como San
Roque lo sabe y lo oculta
Porque es humilde piadoso peregrino de los cerros
Y
el padre O’Higgins de la patria mía y de la patria tuya por exiliado no sabe
De mi Santa Elena personal
Ni del templo que me
quitaron en la Merced
Y las bestias retozando y
comiendo en el Pajonal
Cuando el Litre besaba la
piel de La Virgen
Entre Las Cañas de La Cruz
incendiada de pobreza
Monjas y bellos jóvenes
acudían a liberar Mariposas para vestir con sus capullos a San Juan de Dios que
vagaba desnudo por la ciudad
Cuán
Florida y Alegre fue esa mañana para el profesor Jiménez
Bellavista
tuvo desde su balcón
Entre
Yungay y La Loma todo era miel de oro líquido
Hasta
las celdas de la Cárcel se vistieron de luz
San
Francisco feliz celebró tan divina Concepción
La
libertad del amor se esparció por la Cordillera
Eran
Delicias espirituales que nos volvían la fuerza de un Toro
Hasta
el mismo Santo Domingo pedagogo
Invitó
a no comulgar con ruedas de Carretas
Ni
en Arrayán ni en Perdices
So
pena de cargar toda su Artillería en la Playa Ancha
Contra
los molinos disfrazados de poetas